UNA CUESTIÓN DE FE
Jueves 7 de junio de 2012
Festividad del Corpus Christi
Plaza de Toros de Sevilla
Seis novillos de Montealto para Sergio Flores, Rafael Cerro y Juan Ortega
FOTOS AURELIO PÉREZ desde su iphone |
Algún tiempo después, en 1263, el clérigo Pedro de Praga peregrinó a Roma para pedir ante las tumbas de Pedro y Pablo la gracia de la fe, pues dudaba de la transubstanciación. Antes de llegar a Roma hizo parada en la localidad de Bolsena y mientras celebraba misa en la basílica de Santa Cristina quiso Dios disipar sus dudas: al partir el Pan en la consagración la Hostia manó sangre y manchó los corporales. Inmediatamente intervinieron los doctores de la Iglesia; San Buenaventura, doctor seráfico, certificó el milagro, el Papa Inocencio IV, que había sido archidiácono de Lieja cuando el milagro anterior, instituyó la fiesta del Corpus Chisti y Santo Tomás, doctor angélico, compuso el oficio solemne.
Celebra la Cristiandad católica la fiesta el domingo de infraoctava aunque lo tradicional era celebrarlo el jueves primero después del domingo de la Santísima Trinidad, tradición que mantienen Toledo, Granada y Sevilla, que fiel a la significación del Jueves Eucarístico, celebra también una tradicional corrida de toros en este día. Sin embargo, como Pedro de Praga, los propietarios y arrendatarios de la Plaza de Toros deben estar pasando una crisis de fe taurina y, no atreviéndose a suprimir del todo la fiesta, han decidido que haya función pero con unos celebrantes poco solemnes, más bien baratitos. A pesar de los pesares no han dejado de acudir un buen número de devotos y creyentes, al menos esos que habitualmente asisten a las muchas estaciones de penitencia y alguna que otra función de gloria que tienen lugar en el coso anejo a la capilla del Baratillo. Junto a ellos, una mayoría de gentiles de varias naciones deseosos de comtemplar un milagro que les abra el entendimiento taurino.
Aunque el espítritu anima la fe y la fe mueve montañas, ayer el viento descomponía las telas y los novillos de Montealto fueron flojos, algunos abantos e inciertos, otros tendían a pararse, cuando no a rajarse descaradamente, y solo alguno se movió algo como para decir que valió. Fueron en general bonitos, y aunque hubo algunos chicos hubo otros dignos de una corrida de toros en plaza de segunda, sobre todo el castaño y montado quinto y el burraco sexto. En general, auténticos becerros de oro, falsos ídolos, que fueron derribados por la Ley de la puya, auque precisamente ayer no vieramos ningún puyazo de ley. Repasemos brevemente uno por uno.
El primero era negro axiblanco, bragao, pequeño, flojo de remos y fue devuelto por claudicar en varas. Le sustityó como primero bis un hermano clónico sin morrillo, abanto en los primeros tercios al que dieron mucha leña y salió suelto de la segunda vara, fue incierto en banderllas, de embestida descompuesta en la muleta, gazapón y calamocheante. El mexicano Flores no hizo nada de merito y nos aburrimos mucho, entró mal a matar pinchando dos veces y al tercer intento se llevó un buen tornillazo en el pecho. El cuarto fue un castaño montadito y muy guapo, el de más trapío de la corrida, al que le hizo Cerro un quite por gaoneras. Flores porfió en un intento de faena que el toro, muy descastado, no tenía, colocandose muy bien y todo eso para citar, pero el castañito tenía las patas de plomo. No me acudero que hizo Flores para matarlo, pero si de que yo di tres o cuatro bostezos antes del arrastre.
Sergio Flores |
Juan Ortega es de Sevilla pero recriado en Córdoba; esto dio mucha conversación durante sus dos faenas, a falta de otras cosas más emocionantes que comentar. El tercer novillo de la tarde era otro de los negros berrendos clónicos, un poco más alto, embestía con la cara a media altura, al paso y lanzaba gañafones. Ortega estuvo ahí tragando y aguantando algún desarme; le reconocemos el valor. El sexto, burraco y con presencia de toro, se quedó sin fuerzas después de un puyazo y de clavar los pitones en la arena sin llegar a completar la voltereta, aguantando todo el peso de su cuerpo sobre la cerviz. En la muleta no pasaba y se quedaba buscando los pies. En fin, que el cordobés sevillano se llevó lo peorcito de lo malo. Mató de un pinchazo delantero y caído.
Finalmente, el milagro no tuvo lugar. Los faltos de fe se fueron decepcionados y aburridos. Los tocados por la gracia volverán, no necesitan milagros, pues creen sin haber visto, perseveran en la fe y esperan que algún día, aunque sea al final de los tiempos, se manifeste el verdadero arte taurino.
Como después de la devoción viene la diversión, nos fuimos a refrescar el gaznate.
RESUMEN
Lo mejor: El nombre del obispo de Lieja, muy taurino. La cerveza del Taquilla, frequísima. Las anchoas, los mejillones y el bonito en escabeche de la bodeguita San José, patriarcales.
Lo peor: Casi todo, en especial la gasolina para ir y volver de de La Línea a Sevilla, muy cara.
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