domingo, 22 de julio de 2012

OREJAS Y RABOS PARA TODOS EN LA FERIA DE LÍNEA

CON EL INEVITABLE INDULTO DE UN TORO

Sábado 21 de julio de 2012
Plaza de Toros de La Línea
Segundo y último festejo de la Feria
Seis toros de La Palmosilla para Manuel Benítez "El Cordobés", Juan José Padilla y Cayetano Rivera Ordóñez

La segunda corrida de la feria se celebró con media plaza ocupada por un público que prefirió en su mayor parte sacar entradas de sol. Al terminar paseillo se guardó un minuto de silencio sin que sepamos hasta ahora el motivo aunque algúnas señoras decían por la grada en la que estábamos situados esta noche que era por la madre de Cayetano, que murió tal día como hoy hace ya algunos años. No veo que sea un caso para recordar en una plaza de toros, pero como tampoco sabemos con certeza que este sea el motivo mejor que dejemos el asunto y no nos no metamos en berenjenales de donde después no sepamos salir.

De los toros de la tarifena ganadería de La Palmosilla diremos que fueron unos toros bien presentados para la categoría de la plaza, comodos de cara los tres primeros por cornibrochos y algo más grandes y descarados los tres que salieron en la segunda mitad del festejo. Además fueron nobles y en general francos en la muleta. Como todo no podían ser virtudes habrá que hacer constar que la faltas de fuerza generalizada hizo que la franqueza pastueña terminara convirtiéndose en sosería y falta de emoción.

1º.- Nº 51, colorao chorreao en verdugo y bragao. Cornibrocho y algo biszco del izquierdo. Noble pastueño y flojísimo.
2º.- Nº 106, negro listón. Cornibrocho. Metió bien la cara y fue noble aunque muy falto de fuerzas.
3º.- Nº 105, negro y enmorrillado, más ofensivo que los anteriores. Salió dañado del caballo tras una vara de Manuel Cid en la que metío mucho los riñones y empujó con fijeza.
4º.- Nº 103, negro. Enseñando los pitones, levemente tocado del izquierdo. Muy noble, franco y pastueño. Indultado
5º.- Nº 64, negro,incierto en el pirmer tercio y aplomado en la muleta.
6º.- No pudimos apreciar el nº por falta de luz, colorao y bonito, incierto en los capotes, flojo y soso en la muleta. 

MANOLO TOREA PA LOS TIESOS
Manuell Benitez citó al primero siempre fuera de cacho y cogiendo el estaquillador por la puntita pero el bonancible público de La Línea se lo perdonó y culpó al toro por no querer embestir. Luego tiró Benítez de su repertorio más chabacano, a base de circulares invertidos, pase del Kebab (ya saben, haciendo girar al toro mientras se esconde el torero en los costillares) y, por supuesto, el salto de la rana, todo acompañado de gesticulaciones hacia el tendido enseñando mucho los dientes y con mucho movimineto de flequillo. Degolló al primer toro con una estocada delantera en la suerte natural y obtuvo las dos primera orejas de la noche

Con su segundo toro, de gran bondad y que metía la cara muy bien en la muleta, quiso ejecutar el toreo de verdad pero el público le recordó rápidamente quien era y a qué se debía así que alguien le grito desde el sol mientras daba un buen natural: "¡Manolo, torea pa los tiesos!" y Manolo inmediatamente se vino al sol y comenzó a poner en escena su repertorio cateto, primero en el 5 y luego en el 8, con lo que contentó a todos los de la solanera, que hoy eran (eramos) mayoría como queda dicho. Tras unos cuantos saltos de la rana pretendió coger al toro por los cuernos pero como éste aunque era  flojo tenía algo de casta, no quiso que lo humillaran de esa forma así que se revolvió y le dió un puntazo en la pantorrilla o el muslo (no lo vimos con exactitud) y un golpe en la rodilla que puede tener alguna mala repercusión. Para entonces ya se pedía el inevitable indulto del toro, lo que se ha convertido en una costumbre de toda feria pueblerina que se precie (incluido !ay, dolor¡ Sevilla el año pasado). Dio Manolo la vuelta al ruedo parandose a hablar en cada tendido con el público, lo que lo convierte en "el torero del pueblo" como lo oí llamar a mis espaldas, algo así como el Juan y Medio del toreo, el famoso que habla y bromea con todos los niños y jubilados de Andalucía como si los conociera personalmente. Después se fue Manolo a la enfermería, pero no lo hizo por le callejón sino cruzando el ruedo y señalando su rodilla a la gente, haciendo de los frutos del varetazo otra parte más del espectáculo.   

PADILLA, SOBRADO DE FACULTADES Y ALEGRE EN TODOS LOS TERCIOS
Padilla desplegó ante su primer toro un fácil, alegre y variado repertorio de capa a base de largas cambiadas arrodillado en el tercio, verónicas y chicuelinas que arrancaron muchísimos aplausos. En banderillas se mostró igualmente fácil y sobrado de facultades para encontrar toro en todos los terrenos, hasta cuando el toro se aquerenció en el burladero del 3, y culminando con el violín, lo que siguió arrancando muchísmos aplausos. Con la muleta comenzó de rodillas pegado a tablas sacando derechazos magníficos a un toro que metió la cara con clase. Para nuestro pesar el toro se quedó sin fuerzas muy pronto y fue parándose así que desde la segunda tanda de la faena Padilla optó por un torero en que se movía más la pañosa que el toro, a base de molinetes, remates  afarolados y abaniqueos, recursos populares que siguieron cosechando muchísimos aplausos. Pero lo que más gustó fue el desplante final, en el que Padilla arrojó los trastos y de rodillas se despechugó ante el toro, que presenciaba la escena sin saber que hacer. Mató en la suerte natural de una estocada desprendida y traserita y recibió como premio las dos orejas y el rabo del toro, apéndice que regaló al jovencisimo Cali, que junto a Miguelete presenciaba la corrida en el 4.  



A su segundo lo recibió con verónicas vibrantes pero cuando intentaba llevarlo al caballo con un galleo por chicuelinas, tras salir de la primera, se fue el toro solo al caballo y derribó la cabalgadura y al picador, luego le dieron un puyazo cortito. En el quite con el capote y las banderillas aplicó Padilla la misma receta que queda dicha en el anterior, de nuevo alegre, sobrado de facultades físicas y siempre con guapeza. En la muleta el toro se aplomó por faltas de fierza, se quedó a media embestida y cabeceó para defenderse. Padilla puso en escena un toreo bullicioso junto al tendido 5 del sol minetras el público lo jaleaba. Tras otra buena estocada en la suerte contraria se llevó otras dos orejas y el rabo del de La Palmosilla   

A CAYETANO, YA QUE HABÍA HECHO EL VIAJE HASTA LA LÍNEA, EL PRESIDENTE LE REGALÓ DOS OREJAS
Recibió Cayetano a su primero con verónicas rodilla en tierra y alguien dijo cion nostalgia: "Como su abuelo", y aquí estuvo nuestro amigo Andana rápido de reflejos y dijo: "Pues si ud. supiera el petardazo que dió aquí su abuelo hace exactamente hoy 50 años" Y es verdad, como saben y podrán comprobar los lectores de El Remellao en las crónicas de la feria de 1962. Y es que, como el abuelo hace medio siglo, hoy el nieto venía dispuesto a triunfar pero terminó aburriendo hasta a sus partidarias . Todo comenzó cuando lo que parecía un toro bravo y con algo de poder, que metió riñones y empujó con fijeza al caballo de Manuel Cid, salió lastimado del puyazo. A partir de ahí todo fue un quiero y no puedo del animal pues al embestir a los capotes y acometer en banderillas perdía los remos y claudicaba, así que decidió embestir al paso y sin hacer muchos esfuerzos pues no había con qué. A pesar de que el toro se quedó suavito y era muy noble, Cayetano cito fuera cacho y no ligó con fluidez. Pinchó tres veces saliendose mucho antes de lograr una estocada que hizo rodar al toro. Entre los poco que había demostrado y que era la hora de sacar la cena, Cayetano se quedó en silencio en el burladero mientras arrastraban al toro.

Su segundo toro y último de la noche, ya sin luz natural y una pésima iluminación eléctrica, fue distraido e incierto de salida y durante el tercio de banderillas. En la muleta el toro fue noble pero de una sosería insoportable que contagió (¿o fue al revés?) a Cayetano, que fuera de cacho siempre, con muchas prevenciones y más preocupado de no enganchar que de mandar y ligar, trasteó al toro entre el aburrimineto general del público. Dio un pinchazo y luego metió una estocada tendida de la que rodó el toro. A pesar de que nadie pidió trofeos y de que ya desfilaba el público para la calle, el señor presidente, con mucho desahogo, decidió sacar por su cuenta y riesgo dos pañuelos blancos para regalar dos orejas que sorprendieron a los concurrentes. Como dijo mi amigo Roca, "ya que había hecho el viaje, había que darle algo al muchacho", tal como si fuera el repartidor de TelePizza o el del butano.  En realidad no nos sorprende, pues ¿a qué se dedica el Sr Presidente? ¿No lo saben? Pregunten y tampoco se sorprenderán de que ande haciendo regalos de este tipo.  


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