lunes, 10 de septiembre de 2012

ENTRETENIDA NOVILLADA DE NUÑEZ DEL CUVILLO EN TARIFA

Domingo 9 de septiembre de 2012
PLAZA DE TOROS DE TARIFA
Seis erales de Núñez del Cuvillo para José Miguel Luz, Eloy Hilario, Juan de Castilla, Francisco Montero “El Juli”, Salazar Álvarez y Juan de María 
(Fotos, Andana)

Con media plaza llena y aire frío de poniente, entretenida novillada en Tarifa gracias al buen juego de los erales de Núñez del Cuvillo y el buen nivel y disposición de los novilleros.

El primero de la tarde lucía en el costillar el número 151, era negro, abierto de cuerna y bizco del izquierdo. Fue un novillo pronto y codicioso pero con complicaciones pues si por el derecho se acostaba, por el izquierdo, aunque iba más humillado, se quedaba corto. El algecireño José Miguel Luz lo entendió bien y comenzó corriendo y bajando la mano con derechazos en posición genuflexa para imponer su dominio y continuó con buenas tandas con la misma mano hasta conseguir mejorar la embestida del novillo. Brilló menos con la mano izquierda por no poder dar más recorrido a las embestidas aunque logró una buena tanda de naturales ayudados. Terminó la faena con pases circulares invertidos y manoletinas. Con la espada bajó la nota ya que mató en la suerte natural de media estocada caída pero sin llegar a pasar del todo, aunque fue suficiente para que le concedieran dos orejas. El novillo fue aplaudido en el arrastre.

El segundo, marcado con el número 57, fue castaño y cómodo de cara por tender a cornibrocho siendo algo bizco y zurdo. Fue el peor novillo de la tarde noche, no se empleó en el capote de Eloy Hilario y salió suelto de cada lance. El sanluqueño demostró que tiene facilidad, soltura y poderío poniendo banderillas, logrando tres pares perfectamente ejecutados y muy reunidos. En la muleta el eral embistió de forma descompuesta, a  empellones, cabeceando, incierto por momentos, unas veces revoltoso y otras queriendo buscar salida. Eloy Hilario no se afligió y demostró oficio para mantener el tipo aunque sin conseguir imprimir mando a los pases. Tras pasar ciertas dificultades para fijar y cuadrar al novillo, ejecutó muy bien la suerte suprema y logró una estocada entera un poco tendida que no fue suficiente. El novillo buscó el chiquero y allí el puntillero lo levantó por dos veces. Eloy Hilario tuvo que recurrir al descabello sin logra dar muerte al animal así que tuvo que intervenir de nuevo el puntillero, esta vez con éxito. Se le concedieron otras dos orejas.

El tercero de la tarde fue el mejor de la corrida, tenía el número 119, era colorao y muy abierto de cuerna, de condición pronto, franco, codicioso y noble. Juan de Castilla agradó al público ejecutando pases con los que llevaba toreado al novillo sin necesidad de rectificar la posición para ligar el siguiente pues tuvo el colombiano la virtud de dejar siempre la muleta en la cara del novillo al finalizar cada pase y como éste era codicioso la tomaba de nuevo sin dificultad. Mató de forma fulminante de una estocada entera ligeramente caída. Se le concedieron dos orejas y el rabo y al toro la vuelta al ruedo.


El cuarto fue un precioso burraco muy bien encornado marcado con el número 142 que tocó en suerte al chiclanero Francisco Montero “El Juli”. Montero puso banderillas con más brío y efectismo que buena ejecución, resultando los tres pares muy caídos. Nos pareció un torero bullicioso que vino a encontrarse con un toro repetidor y pegajoso y un vientecillo de poniente cada vez mas frío y molesto con lo que toda la faena resulto movida y desordenada. No logró imponerse Montero al burraco y además de ver como le partía por dos veces las ayudas, acabó la faena con varios sietes en la muleta. Tras un pinchazo metió la espada entera y tendida, la escupió el cuerpo de la res y entró a matar una tercera vez Montero dejando esta vez la espada algo baja de resultas de lo cual terminó por morirse el toro. Al de Chiclana le dieron dos orejas, que hoy era el premio mínimo.

Ya anochecía cuando salió el quinto novillo y como era negro no pudimos ver el número con que lo habían herrado aunque sí que era playero y cornalón. El algecireño Salazar Álvarez lo recibió de rodillas con una larga cambiada y luego le aplicó varias verónicas y chicuelinas algo movidas. Comenzó la faena de muleta toreando muy bien con la derecha, bajando y corriendo la mano, imprimiendo mando. El novillo, el más flojo de la corrida, era nobilísimo y de buena condición así que permitió que a los sones de Nerva el de Algeciras ejecutara el mejor toreo al natural de la tarde-noche y que rematase las tandas con trincherillas y molinetes de gusto. Pinchó dos veces y a la tercera metió en buen sitio la espada entera. Se le premió con dos orejas.

El sexto y último novillo estaba marcado con el número 100, era negro, abierto de cuerna y bizco del izquierdo. Se hizo cargo de él el portuense Juan de María, un novillero que nos dio la impresión de que hacía su debut vestido de luces pues se le vio con poca colocación y con demasiadas dudas, muy arropado por la cuadrilla cada vez que perdía los trastos o se le echaba la res encima. Entre las virtudes y méritos apuntaremos que no se afligió y solventó la papeleta si no con habilidad sí con dignidad. Dio un pinchazo trasero, señaló otro mejor colocado y a la tercera atravesó la espada muy atrás y asomó por el costillar. Aunque el novillo tardó en doblar se ahorró el tener que usar el descabello pues fue el puntillero quien acabó con la res. A pesar de todo, le dieron sus dos orejas.

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