martes, 2 de octubre de 2012

LA RIVALIDAD ENTRE JOSELITO Y BELMONTE (I)


Nuestro medium acudió a Sevilla, como los buenos, para presenciar la alternativa de Gallito chico. El espíritu errabundo de nuestro misterioso compañero vagó por las calles de la ciudad del Betis, descubriendo interesantes aspectos taurino-sociales (¡¡...!!). Y luego de asistir a las corridas y notificarnos su profundo juicio crítico, dedicóse en la sombra a desentrañar el belmontismo. Nuestro compañero cuenta y no acaba acerca de sus observaciones. Declara noblemente que Juan Belmonte tiene un partido enorme en Sevilla. El pueblo novelero, adorador de efímeros coletudos, luego de elevar a Joselito el Gallo, vuelve sus ojos hacia Belmonte, rodándole de una aureola sobrenatural. Pocas veces se ha visto en Sevilla una exaltación parecida a la que ahora existe en torno a este torero. [...]. De Belmonte hemos oído en Sevilla cosas asombrosas. Una serenidad inverosímil parece que preside los apretadísimos lances del flamante lidiador. El valor temarario y la sobriedad en el adorno dan una resultante que electriza a los públicos y hacen del diestro un ser sobrenatural. Hasta aquí lo escuchado en conversaciones aisladas por nuestro compañero. Lo presenciado es más estupendo todavía. Juan Belmonte, ídolo popular, es seguido por una muchedumbre y piropeado por las mujeres. Trozos de su ropaje, cortados por manos fanáticas, son conservados como taurina reliquia. Y este prestigio de su persona da sombra a las más encumbradas personalidades hispalenses. Sólo así se concibe que todo ex ministro como don Pedro Rodríguez de la Borbolla se dispute el honor de llevar en sus carruajes al héroe popular y que el maestro Ricardo Torres Bombita se retrate con el nuevo astro para que el grupo reproducido en la prensa ilustrada le atraiga el favor del hechizado pueblo sevillano. Tan exaltada admiración, que no creeriamos a no haber presenciado el duende de esta casa manifestarse del modo pintoresco que verán ustedes por las adjuntas viñetas. Sevilla dividida en joselitistas y belmontistas, aparece condecorada con los atributos de cada bando prendidos en la solapa. La insignia de los partidarios del niño de Gelves es un gallo de metal con la cara del torero gitano. La de los incondicionales del hombre de Triana es una hojita de parra con tres florecillas, una roja, otra amarilla y otra lila: la flor del Belmonte, que dicen los interesados. Según ha observado nuerstro medium, hay belmontistas que se tapan la flor para saludar a los Gómez, y hay gallista que estrecha la mano de Belmonte con el gallo tapado. Y los hay, en cambio, que no salen a la calle sin herraminetas, por si hay que argumentar en pro de la insignia de la solapa. De todos modos hay que convenir que estas luchas no dejan de ser solapadas.  

The Kon Leche, Madrid 6 de octubre de 1912
(Una semana después de la alternativa de José)

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