sábado, 25 de julio de 2015

QUINTA DE FERIA1965



ULTIMA CORRIDA DE FERIA

La Línea de la Concepción. Con un gran lleno se celebró el último espectáculo taurino de la feria, que resultó muy brillante. Es quizás la mejor corrida que se recuerda por aquí, una autentica corrida de toros, en la que del bello arte de torear se ha hecho un monumento.
Por una vez, el tremendismo estuvo ausente, no necesitaban ninguno de los tres diestros de la terna.  Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez y Carlos Corbacho, sacar a relucir esa clase de toreo efectista, que , por demás, no emplean nunca, para levantar de sus asientos a los miles de espectadores que llenaban la plaza, y la corrida salió redonda, porque también el prestigioso ganadero don Álvaro Domecq Díez envió seis toros bravos de embestida suave y pastueña; al segundo toro se le dio la vuelta al ruedo a petición de Ordoñez y también debieron de dársela al lidiado en primer lugar.

     Antonio Bienvenida, figura que ha sido del toreo, recibió al primero con seis lances y luego le hizo un quite por chicuelinas que se ovacionó. Con la muleta hizo una primorosa faena, toda ella con la derecha, en la que intercalo ayudados por alto, derechazos en redondo y giraldilla, matando de un pinchazos y media estocada, por lo que le concedieron las dos orejas, que entre ovaciones paseó por el ruedo. Al segundo le dio lances sueltos, y con la muleta inició la faena con dos pases sentados en el estribo, para seguir con derechazos, sin poder ligar faena debido a que el toro tomó querencia en las tablas y de allí no salía. Mato mal de cinco pinchazos y un descabello. Se le ovacionó.

     Antonio Ordoñez que ha vuelto a los ruedos para reavivar con su sabia de arte joven los cánones de la tauromaquia, que iban por malos derroteros, cosecho un triunfo colosal. Al primero lo fijó con siete verónicas inmensas, en las que su gallarda figura se confundió con el toro al pasárselo con la pierna adelantada y cargando la suerte. Las palmas hacen humo cuando en el centro del anillo da cinco verónicas y media más. Con la muleta, y entre oles y ovaciones, realiza una grandiosa faena, en la que la calidad y la belleza de los pases son ricos dones, en los que el público se recrea; dio estatuarios, ayudados por alto de la firma, derechazos en redondo y completamente circulares, naturales largos y mandones, giraldillas y trincherazos, adornándose con un desplante torerísimo. Entra a matar y coloca en el mismo hoyo de la aguja una estocada hasta la bola, de la que rueda el toro sin puntilla. Gran ovación, dos orejas y vuelta al ruedo entre ovaciones. Al segundo, nuevas verónicas, mejores  aún si cabe, y una faena de maestro a un toro muy quedado que no quería embestir, pero que tuvo que hacerlo obligado por la prodigiosa muleta de este artista, que acompasó la embestida del toro con un son lentísimo, en los que cada pase parecían dos. A la hora de matar el de Domecq no hace por embestir, y Ordoñez necesita de dos pinchazos y una estocada para despacharlo, concediéndosele las dos orejas, que en triunfo pasea por el ruedo.

    Carlos Corbacho, por los trofeos cortados fue el triunfador. Está en racha este torero, que posee como bandera de combate el arte y la elegancia de los elegidos. Su toreo fue tan de verdad, tan puro, que sus faenas fueron seguidas por un público entusiasmado que no cesó de aplaudir. Al primero lo fijó con seis lances magníficos y luego dio tres verónicas y media superiores, lo mismo que el ajustado quite de frente por detrás. Con la franela empezó con tres  pases de rodillas y siguió con cuatro estatuarios, derechazos en redondos, ayudados por alto, naturales en dos series, pases de pecho, giraldillas y molinetes airosos. Mató de dos pinchazos y estocada, siendo premiado con las dos orejas, que en triunfal vuelta  paseó por el ruedo.  Dio después otra vuelta acompañado por los compañeros y el ganadero señor Domecq. Al segundo de su lote Carlos Corbacho lo recibió con cinco verónicas y media que se ovacionaron.  En medio de una expectación entusiasta, Corbacho empezó su labor muleteril con tres doblones por bajo y luego en el centro del anillo hizo una faena de época, en l que cada pase, tanto con la izquierda como con la derecha, salieron bordados. En el mismo lugar remató con una gran estocada, que hace innecesaria la puntilla, y por aclamación se le concedió las dos orejas y rabo, que entre el delirio paseó por el ruedo.
Al final, los tres matadores, el  mayoral y el empresario, señor Belmonte, hubieron de dar la vuelta al ruedo para corresponder a los calurosos aplausos del público, que se resistía a abandonar la plaza. Corbacho salió a hombros.
.- Corresponsal.


Crónica ABC. Martes 27 de julio 1965

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