CRÓNICA DE UNA CRÓNICA ANUNCIADA
Danza clásica: Croise devant |
Si yo tuviera una escoba... |
Fotos, gentileza de Álvaro Pastor Torres.
Antes de que se inciase el paseillo le dije a un compañero de localidad: "Toros de Juan Pedro Domecq, nobles pero faltos de fuerza y casta", esté será el resumen de la corrida en las crónicas de mañana.
Si en los toros hubiera apuestas on-line como en el fútbol, hoy me hubiera ganado unos euros. Bueno, sólo unos pocos, porque el pronóstico era fácil para cualquier aficionado acostumbrado a los petardos de la familia Domecq los Domingos de Resurreción, una tradición sevillana de la que se habla poco.
Y siguiendo con el símil balompédico. Imagínense los prolegómenos de un partido de fútbol, de una gran final con las gradas rebosando de público. Salen los jugadores a calentar, el público ilusionado ante el espectáculo que va a comenzar aplaude enfervorizado. De pronto, el árbitro coloca el balón en el centro del campo. Se trata de un balón precioso, grande, de una marca famosa. Pero ojo, no se trata de un balón de reglamento, sino de los de playa, flojito, no apto para el juego viril sino mas bien para hacer gracietas sobre la arena e impresionar a las niñas. Además, en cuanto se le dan dos patadas, se pincha. La espectación se convierte de inmediato en cabreo colectivo, en fuerte bronca. Se pide al árbitro que devuelva el balón y que saque uno de verdad. Pero he aquí que inesperadamente uno de los jugadores, el delantero de moda, el más apuesto y galante, coge la pelota de playa, da dos volteretas, hace una pirueta, mete un gol sin portero y luego se da un chapuzón. Súbitamente la bronca vuelve a convertirse en euforia, ¡estamos presenciando el mejor fútbol de todas las épocas!
Pues exáctamente en esto consistió la corrida de ayer en Sevilla. Toreros haciendo gracietas ante toros bobos y débiles que carecían de la mínima agresividad.
¿Quién tiene la culpa de tan lamentable espectáculo?
Los empresarios, que son unos ladrones.
No sólo ellos, los empresarios podrían comprar toros bravos y fuertes a menor precio
Los toreros, que con toros así arriesgan menos y pueden "expresarse" a gusto.
No sólo ellos , las posibilidades de estrellarse ante toros como estos y ver esfumarse el triunfo fácil son grandes.
¿Quién tiene enonces la mayor culpa?
El público, que primero protesta un toro por chico e inválido y luego jalea la faena de Manzanares (todo con la derecha) a ese mismo animal y hasta le concede una oreja por un bajonazo contrario.
El público, que si Morante no llega matar como suele, saliéndose, pinchando y oyendo dos avisos, le regala otra orejita por moverse con gracia y hasta "arrebatarse" (todo con la derecha) delante de un zombi jabonero.
El público y gente como yo, que tras hora y media de camema ya no tenía paciencia ni capacidad para atender a lo que hacía Luque con su segundo buey, a pesar de que sus verónicas y la gran estocada fulminate con que mató a su primero (al segundo intento tras pinchazo) fueron de lo mejor de la tarde. Bueno, y el segundo par de Curro Javier al cuarto de la tarde, ajustado y cuadrando en la cara.
Decía la hija de Juan Belmonte, que si su padre resucitara no iría a los toros, que no le podría gustar el toreo de hoy en día. Yo creo que a mí no me va hacer falta morirme y resucitar para llegar a la misma conclusión.
El público, que si Morante no llega matar como suele, saliéndose, pinchando y oyendo dos avisos, le regala otra orejita por moverse con gracia y hasta "arrebatarse" (todo con la derecha) delante de un zombi jabonero.
El público y gente como yo, que tras hora y media de camema ya no tenía paciencia ni capacidad para atender a lo que hacía Luque con su segundo buey, a pesar de que sus verónicas y la gran estocada fulminate con que mató a su primero (al segundo intento tras pinchazo) fueron de lo mejor de la tarde. Bueno, y el segundo par de Curro Javier al cuarto de la tarde, ajustado y cuadrando en la cara.
Decía la hija de Juan Belmonte, que si su padre resucitara no iría a los toros, que no le podría gustar el toreo de hoy en día. Yo creo que a mí no me va hacer falta morirme y resucitar para llegar a la misma conclusión.
Javier, como siempre un gusto leer tu acerada crónica. Gracias por poner al servicio de todos tu conocimiento, por la vía de tu expresión. Gracias otra vez.
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