TERCERA PUERTA DEL PRÍNCIPE PARA MANZANARES EN SEVILLA

Domingo 23 de septiembre

Plaza de Toros de Sevilla

Juan Pedro Domecq y tres de Núñez del Cuvillo para José María Manzanares y AlejandroTalavante

Ditirambo y fanrarria de viento.
Aficionados hablando sobre las faenas de Manzanares el domingo pasado en el Bar Taquilla

Sin máscaras y en círculo, a una voz, canta su ditirambo el coro de plumillas taurinos a los que ayer se les manifestó Manzanares en nuevo triunfo sevillano. Unos, alucinados ante el poder del héroe ensalzan los inumerables motivos de su muleta, escudo de Aquiles, de su mano-talón y como vengó a Blázquez-Patroclo.

Otros, enamorados, calman su desconcierto con la recitación compulsiva de letanías incontables.

La inefabilidad del arte.

Pero a alguno se le escapa un razonamiento:   La estética, el gusto y la plasticidad de Manzanares tapan cualquier crítica de la tarde, ni que la suerte de varas sea casi simulada, ni que ligue algo despegado, empañan un triunfo rotundo, unánime y sin paliativos. Ya saben que lo que emociona no se analiza,…

Ignacio Sánchez Mejías, Desde el Tendido Dos

Y del mito al logos, aparece la duda: ¿Es necesario suprimir la suerte de varas para que Manzanares pueda manifestar su toreo de temple y estética? Por lo visto esta tarde en Sevilla hay que afirmar que sí.

Unión Taurina de Abonados y Aficionados de Sevilla

Y alguno dice la verdad y hasta da cuenta del recurso jesulinesco del circular invertido: Molestado por el viento, Manzanares realizó una faena con series intensas, pero muy cortas -de tres muletazos la mayoría-. En una de ellas el toro estuvo a punto de empitonarle. Se libró con un fallero -muletazo por la espalda-. Con el público entregado, increíblemente, unos circulares fueron más ovacionados que los citados muletazos. Faltó toreo al natural. Mató recibiendo y la espada cayó algo baja (en realidad, algo contraria) . El presidente no se lo pensó y sacó dos pañuelos a la vez. Dos orejas -premio generoso-.

Luis Nieto, Diario de Sevilla

Y es que Fernández-Rey, embriagado como una bacante, no puede pensar y lanza orejas, como pétalos de toro, a Diniosios-Manzana en su orgía maestrante.