«A las tres en punto ocupó la presidencia el primer alcalde D. Andrés González Rojas, y después de agitar su blanco pañuelo, presentáronse en el redondel las dos medias cuadrillas, á cuyo frente venían los espadas Moro y Bomba. Hecho el saludo y el cambio de capotes, sonó el clarín y dieron suelta al primero, "Chiporro", listón y cornigacho».
Así se iniciaba la crónica del periódico El Toreo de Madrid del lunes 2 de enero de 1882. Aunque la construcción de la actual plaza se data en 1883, la crónica es referente a la primera corrida (que fue de novillos) celebrada el 30 de octubre de 1881 en La Línea de la Concepción, poco después de la fundación de la ciudad en 1880 (quiere decirse 1870. Vid. comentarios). Será el 20 de mayo de 1883 cuando se inaugure la plaza. Torearon el Gordito, Frascuelo y el Marinero.
No se puede dejar de mencionar el deterioro que la plaza sufrió hasta que en las décadas de los setenta del pasado siglo XX hubo de ser demolida su parte alta. Hace pocos años y en cierta medida de modo sorprendente, entre dimes y diretes políticos o mejor, entre intereses partidistas se declaró la plaza bien de interés cultural, más por perjudicar a algunos que por otra cosa, según creo. Tal reconocimiento se encuentra contenido en el DECRETO 150/2007, de 15 mayo, por el que se declara Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, la Plaza de Toros de La Línea de la Concepción (Cádiz).
Según la Exposición de Motivos del citado Decreto la plaza de La Línea se incluiría en la "tipología de las plazas de toros andaluzas" algo poco significativo según mi opinión, dada la ubicación geográfica de la plaza, precisamente en Andalucía. Señala también el decreto que la plaza constituye un notable ejemplo del auge de la tauromaquia en el siglo XIX. Supongo que esto será el caso de cualquier plaza construida en la época. Sin embargo la norma ignora de forma notoria un hecho no exento de interés, cual es la presencia del coso en la obra de Joyce. Esta ignorancia de la Junta de Andalucía en su decreto delata una falta de profundización en la materia y pone de manifiesto una elaboración de la norma en el contexto de las prisas propias de la peor briega política.
Según la Exposición de Motivos del citado Decreto la plaza de La Línea se incluiría en la "tipología de las plazas de toros andaluzas" algo poco significativo según mi opinión, dada la ubicación geográfica de la plaza, precisamente en Andalucía. Señala también el decreto que la plaza constituye un notable ejemplo del auge de la tauromaquia en el siglo XIX. Supongo que esto será el caso de cualquier plaza construida en la época. Sin embargo la norma ignora de forma notoria un hecho no exento de interés, cual es la presencia del coso en la obra de Joyce. Esta ignorancia de la Junta de Andalucía en su decreto delata una falta de profundización en la materia y pone de manifiesto una elaboración de la norma en el contexto de las prisas propias de la peor briega política.
La administración local (en manos del PP en aquel momento) proponía la construcción de un nuevo coso de cubierta móvil y locales comerciales en los bajos (como posteriormente hizo el ayuntamiento socialista de Los Barrios, localidad cercana). La oposición socialista linense quería impedirlo de cualquier forma. Probablemente pensaban los socialistas locales que un proyecto así sería un balón de oxígeno para el equipo de gobierno popular que no estaban dispuestos a conceder. La Administración autonómica, la Junta de Andalucía, se encontraba gobernada entonces por el PSOE bajo la presidencia de Chaves. La vía de comunicación estaba abierta entre la oposición local y el gobierno autonómico. Pero ¿cómo podían parar el proyecto de la nueva gran plaza de toros para La Línea?. No había obstáculos urbanísticos y el proyecto era atractivo, entonces a alguien se le debió ocurrir la idea de declarar monumento al coso linense.
Las razones políticas habían de ser enmascaradas. Por ello la discutida norma se empeña en la justificación de la declaración con razones como que el número de lados que conforma su polígono es impar (sin comentarios) o alguna otra como esta: la importancia del inmueble viene dada tanto por la longitud del diámetro de su coso, con 59 metros, como por la fuerte personalidad que imprime al ámbito urbano en que se sitúa, constituyendo un hito en la trama urbana de la ciudad. Algo había que decir para motivar la declación.
Por añadidura el Decreto 150/2007 destaca la singularísima geometría del coso. Al tratarse de un polígono regular de 49 lados el decreto indica que comporta, sin aclarar cuales, posibles simbolismos. Ello además de un replanteo y ejecución de la obra particularmente inusuales y complejos. Nos mantiene el decreto ante la duda de dónde se encuentra el interés cultural cuando nos ponemos frente a la plaza o miramos fotos de la misma desde diversas perspectivas y ángulos. Personalmente cuando miro la plaza de La Línea veo un lugar entrañable, seguramente una de las plazas de toros más incómodas y de escaso interés estético, pero es mi plaza, la plaza de toros del lugar en el que vivo. Pero eso no deja de ser una percepción subjetiva, una emoción que uno experimenta, pero que no justifica que la ciudad no esté disfrutando hoy de una plaza moderna y cómoda y, sobre todo, en la que se den corridas de toros. Cosa que últimamente no suele suceder.
La nueva plaza debería haberse ubicado donde está la antigua pues como indica el apresurado decreto andaluz debido a la escasez de elementos históricos en La Línea de la Concepción, la plaza adquiere un interés adicional, forjándose como un espacio de singular importancia etnológica, ya que desde el siglo XIX ha ocupado un lugar central en la vida del municipio y ha sido un activo puente para las relaciones entre la ciudadanía, la guarnición de Gibraltar y los innumerables viajeros, configurándose como ámbito de encuentro para un paisaje humano sin correlato en Europa. Lo comparto plenamente. Pero es el lugar y no la construcción el que forja un espacio de singular importancia etnológica. Antes de la edificación de 1883 se dieron toros en La Línea y la nueva edificación que ocupara el lugar dotaría a la ciudad de un merecido espacio de encuentro, cómodo y moderno. Lo relevante es la fiesta y si se quiere la magia del espacio que se define por delante de la Calle Alemania y el final de la Calle Clavel. La historia nos ha dado muestra de ello innumerables veces: lugares que han sido ocupados una y otra vez por diversas culturas o incluso civilizaciones con una misma finalidad pero con edificaciones propias. Disfrutemos de una buena plaza en el mismo lugar donde siempre hemos ido a ver los toros. Nuestra plaza no tiene un alto interés artístico, estético o cultural, que sí puede tener el espacio en que se ubica. Disfrutemos entonces de él en las adecuadas condiciones.
Espero que sobre las referencias al coso linense en la obra de Joyce, nos deje un artículo en este blog mi amigo Javier Quintana, taurino convencido y conocedor del asunto.
La nueva plaza debería haberse ubicado donde está la antigua pues como indica el apresurado decreto andaluz debido a la escasez de elementos históricos en La Línea de la Concepción, la plaza adquiere un interés adicional, forjándose como un espacio de singular importancia etnológica, ya que desde el siglo XIX ha ocupado un lugar central en la vida del municipio y ha sido un activo puente para las relaciones entre la ciudadanía, la guarnición de Gibraltar y los innumerables viajeros, configurándose como ámbito de encuentro para un paisaje humano sin correlato en Europa. Lo comparto plenamente. Pero es el lugar y no la construcción el que forja un espacio de singular importancia etnológica. Antes de la edificación de 1883 se dieron toros en La Línea y la nueva edificación que ocupara el lugar dotaría a la ciudad de un merecido espacio de encuentro, cómodo y moderno. Lo relevante es la fiesta y si se quiere la magia del espacio que se define por delante de la Calle Alemania y el final de la Calle Clavel. La historia nos ha dado muestra de ello innumerables veces: lugares que han sido ocupados una y otra vez por diversas culturas o incluso civilizaciones con una misma finalidad pero con edificaciones propias. Disfrutemos de una buena plaza en el mismo lugar donde siempre hemos ido a ver los toros. Nuestra plaza no tiene un alto interés artístico, estético o cultural, que sí puede tener el espacio en que se ubica. Disfrutemos entonces de él en las adecuadas condiciones.
Espero que sobre las referencias al coso linense en la obra de Joyce, nos deje un artículo en este blog mi amigo Javier Quintana, taurino convencido y conocedor del asunto.
Solo un inciso. Imagino que por error tipográfico, sitúa la fundación de La Linea en 1880, cuando fue 10 años antes. (1870)
ResponderEliminarEse artículo lo encontré de casualidad ojeando diarios antiguos, pasando la información a quien debía.
Saludos.
Cristobal Rojas
Efectivamente Jump Man 23, el decreto de segregación de La Línea se firmó en julio de 1870. Lo de retrasarlo diez años habrá sido un lapsus o una confusión con la fecha de construcción de la Plaza de Toros. Muchas gracias por la aclaración.
ResponderEliminarGracias a ambos por los comentarios. Tomo nota y lo reflejo en el texto.
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