lunes, 20 de febrero de 2012

MORANTE SALVÓ EL FESTIVAL DE UTRERA



Tras dar buena cuenta de una botella de vino de Peñafiel, unas pechugas de pollo rellenas de jamón y verdura excelentes y  una sorprendente y riquísima carrillada en Los Niños, en pleno parque dedicado a "los Niños de Utrera", nos dirigimos a la modernísima plaza de esta localidad para presenciar el festival organizado por la Hermanad de los Gitanos. Nuestra ilusión era mucha, pues era la primera cita taurina de la temporada; sin embargo, las expectativas no se cumplieron.

A las cuatro y media de la tarde ni la banda de música ni el numeroso público que seguía accediendo a los tendidos parecía haberse enterado que los alguacilillos habían comenzado ya el despeje de plaza. Terminó el paseillo, acabó de sonar el primer pasodoble, cambiaban ya los toreros los capotes de paseo por los de briega y seguía accediendo gente a la plaza. Ya estaban dispuestos el  maestro Espartaco en el tercio y el torilero en la puerta del toril para dar salida al toro y todavía seguía entrando público a la plaza. Así que a pesar de que el señor presidente pretendía imponer con sus indicaciones cierto orden, el maestro pidió que se soltara ya a la fiera. Se abrió el portalón y en vez del que estaba anunciado, que debía ser del propio Juan Antonio Ruiz, salió un torete de Lagunajanda llamado Cortesano,  marcado con el número 56, negro listón, chico, cómodo de cara además de convenientemente arreglado de pitones como todos los del festejo, renqueante de la pata derecha y flojo. En cuanto le pusieron una vara y dos pares de palos se quedó sin fuerzas y comenzó a rebrincar. El pobrecillo no podía emplearse mucho en intentar perseguir la muleta de Espartaco y éste, además de no poder  rematar los pases, tuvo que andarse con muchas prevenciones, lo que no le evitó llevarse un buen aviso desde donde debería estar el pitón derecho. Acabó Espartaco con el toro a la primera de una estocada casi entera, recibió aplausos y salió a saludar desde el tercio. 

Parecía que toda la plaza estaba esperando a Pepe Luis pues en cuanto recogió con la capa al de los Hermanos Sampedro y engarzó la primera serie de verónicas, entre las que hubo algunas elegantes y sutiles, sonaron los primeros oles y los primeros aplausos. Luego le dieron fuerte en el caballo al toro y ya sin contrincante no pudo Pepe Luis volver a lucirse con la capa. La faena de muleta se desarrolló con acompañamiento musical aunque Pepe Luis toreó a media altura y sin obligar mucho al toro, ya que en cualquier momento podía derrumbase. Lo mejor, la naturalidad de algún pase suelto con la izquierda y los detalles en los remates, un cambio de manos, una trincherilla.... En los preparativos de la suerte final claudicó el toro y se cayó. Luego Pepe Luis nos regaló dos pinchazos y una estocada atravesada que asomó por el cortillar, descabelló y se le apaludió flojito aunque despues de arrastre se pidió que saludara desde el tercio. 

Estaba anunciado que Julio Aparicio torearía un toro de Yerbabuena pero finalmente salió uno de Algarra llamado Dañino (nº 41) que fue devuelto por burriciego. Ya de salida comenzó el toro a hacer extraños, cruzándose del lado derecho al izquierdo y yendo al bulto. Aparicio se desentendió pronto del bicho y lo dejó en manos de los bnaderilleros mientras se dirigía al palco para que se lo cambiaran. Salió el picador y se armó la maimorena. Se echó el público encima del presidente, que finalmente no sacó el pañuelo verde hasta que recibió instrucciones de Carmelo (se comprende que siendo toros regalados, el presidente no quisiera inflingir más gastos a los donantes). El propio Carmelo se empleó junto a la puerta de los chiqueros con un capote para encerrar al toro. Carmelo hace de todo. Hasta pudimos verlo en la puerta de entrada picando los billetes.  


Salió el tercero bis, un sobrero creo que de Murube, aunque salió sin divisa ni se le veía el hierro. Lo recibió Aparicio por verónicas y remató con media abelmontada.  En la muleta el toro se arrancaba pronto y con buen tranco y luego metía la cara muy bien, sobre todo por el derecho, aunque le faltaron las fuerzas.   El de la Macarena lo toreó muy bien por el pitón bueno y algo más atropellado y dejándose tocar los engaños con la izquierda, aunque logró algunos naturales sueltos sensacionales. Se enfrió al público porque tardó mucho Aparicio en preparar al toro para la muerte y oyó un aviso mientras lograba un pinchazo hondo. Se puso el toro difícil para el descabello y se oyó un segundo aviso mientras Aparicio le metia un bajonazo atravesado. Con esto, lo que iba para triunfo se quedó en saludo desde el tercio. 

La tarde deambulaba entre el ni fu ni fa, HASTA QUE LLEGÓ MORANTE y provocó el entusiasmo de público sacando con verónicas del tercio a los medios a un torete terciadísimo y colorao de Núñez del Cuvillo con los cuatro años recién cumplidos. Pincharon un poquito al toro con la vara de picar y volvió Morante a torear por verónicas, insuperables, en los medios y luego por chicuelinas en el mismo platillo de la plaza. Sin quitarse el sombrero de ala ancha, sacó de nuevo a los medios al torete con pases de muleta ayudados. Ligó prodigiosamente los pases con la derecha mientras sonaba la música y sacó naturales limpios y largos. Terminó con ayudados por alto con su sabor. Mató mal. Primero pinchó y luego cobró una estocada entera atravesada que asomó; descabelló hasta cuatro veces. Se reconoció su labor con una oreja.

Cayetano tuvo la oportunidad de demostrar su tauromaquia ante Inflamado,  un toro de Murube marcado con el nº 17 al que Manuel Cid puso una vara cortita, quizá para reservarle fuerzas. Pero como resultó que el toro tenía su punto de bravura y fue revoltoso, cortaba las embestidas y buscaba, recordemos    que  con los pitones arreglados, Cayetano no se sintió cómodo y no quiso o no supo dominar la situación, así que abrevió. Pinchó dos veces, lo intentó con el descabello tres o cuatro más y finalmente tumbó al de Murube y aun se oyeron algunos, aunque débiles, ¡aplausos!

Para cerrar el festival salió el novillero local Fernando González, que se las vio con un eral sin arreglar de Albarreal de nombre Exquisito (nº 19) y que resultó ser el más bravo de toda el festejo. Nos se cansó el animalito de arrancarse pronto y embestir  y se mostró el novillero muy dispuesto lanceando vibrante de capa y con la muleta algo acelerado y movido. Brindó el chaval a Curro y a Paula y se llevó una buena ración de revolcones y apretones ya que el eral terminó por aprender a coger con el derecho. Mató de una estocada atravesada tras varios intentos. Gran parte de público demostró muy poca educación y menos afición abandonando sus localidades mientras aun toreaba el joven novillero de Utrera.. 

A la salida gran aglomeración en la puerta principal para ver a los duques de Alba, a Paula y a Curro.  


P.S.- La plaza de toros de Utrera es una plaza moderna, amplia y cómoda. En el ambigú, ademas de güisqui, venden hamburguesas, cosa que no había visto nunca en una plaza de toros. Como los asientos y los pasillos son amplios, la gente tiene mucha libertad de movimiento. Lo malo es que hace un mal uso de esta libertad y se mueve mucho, tarda en sentarse antes de que comience el festejo y se levanta antes de que termine. En las plazas viejas e incómodas no pasan estas cosas, se ve que no por mayor educación y sensibilidad del público, sino por falta de libertad.     

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