viernes, 24 de agosto de 2012

FESTIVIDAD DE SAN BARTOLOMÉ


Oración sagrada pronunciada en el púlpito en panegírico a San Bartolomé

San Bartolomé
Paso de Ntr. Padre Jesús Despojado
(Sevilla)
A. Navarro Arteaga
Suele suceder cuando un toro bravo sale a la plaza, rostro y cerviguillo ancho y negro, que con su aspecto, furia y bramidos obliga a que todos se pongan en cobro y que cuando están llenos los tablados y solo el coso, sale un hombre que sólo con su capa en la mano le silba y le provoca y le incita: todos le han lástima y le tienen por muerto y, aunque le den voces, de nada se turba, antes severo, entero y reposado, si el toro no le quiere, él se le llega, y cuando le arremete, cerrando los ojos, a dar la cornada, déjale la capa en los cuernos, húrtale el cuerpo y parte a la carrera a un puesto seguro a que echó el ojo primero que comenzare a hacer esto: embravécese el toro con la capa, písala y rómpela, y los que de lejos lo miran piensan que mató al hombre; pero el otro vivo se está riendo y holgando en su paz.


Libro de verdaderos retratos
Francisco Pacheco
Toros hubo bravos, locos, furiosos y crueles en tiempo de los gloriosos apóstoles y mártires antiguos: Magencios, Dioclecianos, Nerones, Domicianos espantosos andaban en las plazas de sus imperios; salían mártires a torear con ellos, provocándoles con la capa de su cuerpo, deseosos de perder la vida de él por ganar la del alma… Así lo vio San Pablo cuando dijo: Spectaculum facti sumus mundo. Angelis et hominibus, “somos espectáculo a quien con cuidado salen a ver los Ángeles en el Cielo y los hombres en el mundo”; pero como diestros toreadores, dejaban las capas de los cuerpos en los cuernos furiosos del tirano y saltaban con las almas a seguros andamios y barreras del cielo, en que habían puesto los ojos antes de salir a ponerse en ello.

Detalle del Juicio Final. Capilla Sixtina (Vaticano)
Miguel Angel (1535-1541)
Los que miraban el caso muy de lejos y no con buenos ojos, cuando veían el furor y justicia con que maltrataban al mártir, pensaban que moría; pero ellos estaban seguros en su gloria y paz. Lenguaje es este de la sabiduría: Visi sunt oculis insipientum mori, illi autem sunt in pace.

Uno de los que bien torearon con una vaca lasciva y loca (que suele ser  peor que toro), aunque en el Viejo testamento, fue José con su ama; porque le dejó la capa, huyendo el cuerpo, no diese la cornada en el alma. Pero el que es más para ver entre todos los del Viejo y Nuevo testamento es nuestro Santo Apóstol Bartolomé, que, no teniendo capa, por haberla dejada con todo lo demás por Dios, la misma piel suya deja en manos del tirano como en cuernos del toro.


Fray Fernando de Santiago (O de M)
Consideraciones sobre todos los evangelios (Salamanca, 1597)

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