lunes, 3 de diciembre de 2012

SAN FRANCISCO JAVIER

APOTEÓSIS DE SAN FCO JAVIER
Claudio Coelho
Nació en 1506 en  el Castillo de Javier (Navarra), se adhirió a la Compañía de Jesús fundada por Ignacio de Loyola y partío a la evangelización de la India, Malasia, Indonesia, China y Japón. Murió en Goa (India) en 3 de diciembre de 1552. Fue canonizado en 1622 por Gregorio XV.

Fue nombrado patrón de Pótamo (Calabria, Italia) en 1652 pues se apareció a una mujer a cuyo hijo enfermo sanó. Se le dedicó un altar en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia en el que está representado con sobrepelliz y estola y una vara de azucenas. Entre los milagros que se le atribuyen en esta villa de Pótamo se cuentan los de la curación de varios bueyes. Son varias las eneseñanzas que podemos obtener con su lectura. La primera va destinada a los antitaurinos y la sacamos del milagro que comineza con "un pobre labrador...": la excesiva compasión por los toros los lleva directamente al matadero, como pretendía la mujer del labrador, lo mejor es que se destine a los animales para el fin que fueron seleccionados y criados. La segunda sirve a los ganaderos, pues invocando a San Francisco Javier tendrán siempre sano su ganado. La tercera viene ni que pintada para ciertos matadores, quienes pueden lograr el favor de que los bóvidos pierdan genio y se vuelvan mansotes, aunque en lo de restituir a los toros su fuerza quizá prefieran ponerle una vela al diablo. Y con todo esto advertimos el concepto de bravura que tenían los hombres de otros tiempos, tan distintos al que se maneja hoy, pues el buey era bravo porque no se dejaba, justo lo contrario de lo que nos venden las figuras hodiernas, que se parecen al labrador del milagro en cifrar su desgracia en eso,  en que el bovino "no se dejaba".

MILAGROS BOVÍNOS DE SAN FRANCISCO JAVIER
Estando una pobre mujer de Pótamo, muy dolorida por la falta que le hacía un buey, trasspasado de parta a parte por debaxo de los hombros con las puntas de un toro; acudió por consuelo al Santo Apostol, y con un boto de una missa en su altar, recibió luego sano su buey sin remedio alguno.

[Varias curaciones y otros milagros]

Un niño de diez meses con una gran calentura e inflamación de garganta avía passado tres días enteros sin poder tomar alimento alguno; prometió su padre una missa en el altar del Santo, y al punto recibió el hijo perfectamente la salud. 

El mismo deboto del Santo, estando muy afligido, porque un buey que le hazía gran falta para su labor, avía dos días que no podía pacer, con un mal e hinchazón muy grande por todo el cuerpo; acudió a su bienhechor con gran sinceridad, y humildad, y prometiendo una missa, alcaçó al punto perfecta sanidad para su buey, de suerte que ya pacía, y se pudo aplicar luego al trabajo.

[Apariciones, más curaciones, libera de la cárcel a un devoto y más milagros]

Un pobre labrador tenía un buey tan bravo e impaciente del yugo, que ni con palos ni glopes ni con ataduras y cadenas se podía valer con él, ni servirse para el yugo, que nunca le sufría, ni para otro trabajo alguno. Un día singularmente, como se enfureciesse contra el buey, y para domarle le cargarsse de golpes, de fuertes, que echaba el animal mucha sangre por las narices, boca, y ojos, y tenía hinchada enormemente la cabeza a poder de los palos, que le dava en ella su amo. La muger, llevada de cierta compasión, dixo al marido que se librase ya de aquel buey, y lo vendiesse a los carniceros, para que le hiziesen quartos, antes de que le matasse él, y juntamente con esto se hincó de rodillas, y volviéndose en su oración al Santo de Pótamo, con fe y santa simplicidad, le rogó que amansasse aquel buey y le hiziesse tratable, para que sirviesse a sus pobres dueños en el campo, y prometió a honor del Santo una missa, y una medida del mejor trigo. Apenas avía hecho el voto la buena muger, quando el buey dexada toda la ferocidad, se llegó el mismo como estendiendo la cerviz al yugo; lo qual visto por el amo, para experimentar si ya sufría el yugo, se lo puso sin resistencia, ni dificultad alguna, quedando en el mismo momento el bruto sano, y manso, y restituisdo a sus fuerças y disposición, y más prompto que todos los demás para todo trabajo, a que sin señal alguna de ferocidad se dexava aplicar luego. 

El Apostol de las Indias y nuevas gentes San Francisco Xavier, de la Compañía de Iesus. Epítome de sus apostólicos hechos, virtudes, enseñança y prodigios antiguos y nuevos
[...] Por el licençcado don Mathias de Peralta  Calderón [...] 
en Pamplona, año 1665
págs. 37-50


Los enfermos que ha sanado san Francisco Xavier por medio de sus reliquias, de sus imágenes y por la invocación de su nombre, no tienen número [...].

No se han repartido por el mundo las reliquias de san Francisco Xavier, porque quiso Dios que se guardasse entero en Goa para conservar por sus mereciminetos entera la Fe en la India, sino es el braço derecho, que se llevó a a Roma; pero suplen esta falta sus imágenes, que todas parecen retratos vivos del Señor Apóstol, según se ve en ella una virtud de obrar prodigios y maravillas. [...]

[Siguen varias curaciones de enfermos y resurrecciones de difuntos]

Por esta misma imágen de Pótamo se han sanado en diversas ocasiones bueyes heridos y enfermos, y una vez un jumentillo, y otras sanó y amansó un buey bravo por las oraciones de sus dueños, mostrando en esto, fuera de su grande poder, su mucha caridad para con sus devotos, pues no solo a los hombres que lo invócan da salud, más por su respeto da salud y vida a los brutos. 

Vida y Milagros de San Francisco Xavier, de la Compañía de Jesús, Apóstol de las Indias,
por el padre Francisco García, Maestro de Theología de la misma Compañía. Tercera impressión, corregida y enmendada, en Barcelona, año 1683,
págs. 381-387

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