ALGUACÍLILLOS
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| Alguacilillos de La Línea (Cadiz) Pedro Ruiz, a la izq. |
La corrida comienza con el
despeje del coso. Una vez el presidente ha mostrado el pañuelo que ordena el
inicio del festejo, los clarines y timbales habrán dado la señal acústica. En
ese momento aparecerán, los alguacilillos.
Uno o dos según la categoría de la plaza, vestidos a la usanza de Felipe IV o traje campero,
según la condición e importancia del coso.
Es el traje del alguacilillo la
única prenda que no ha variado en siglos, así como su función durante la lidia.
Los alguaciles eran, y siguen siendo en la actualidad, los representantes del
presidente en el callejón, los agentes ejecutivos de los mandatos del palco y
los encargados de hacer de cumplir el
orden de la lidia. Vestidos con traje de terciopelo negro y con capa corta, con
polainas de cuero del mismo color, gorguera blanca y sombrero negro rematado
con un alto penacho de plumas, los alguaciles tienen como misión primera la de
despejar la plaza, acto ahora simbólico. Montados a caballo, los alguaciles se dirigen hasta la presidencia, a la que saludan
quitándose el sombrero. A continuación, van en busca de los toreros, que
aguardan en el interior de la puerta de cuadrillas, esperan a los matadores y
sus cuadrillas se coloquen en el orden, antes de comenzar el paseíllo.
LA ENTREGA DE LAS LLAVES
Finalizado el paseíllo, y antes
de que salga el toro, siguen los actos por la tradición.
Los alguaciles, se dirigen hacia
la puerta de toriles para entregar la llave que abre los chiqueros. La entrega
de las llaves al torilero es otro acto simbólico. Antiguamente la llave la
guardaba el presidente (generalmente el alcalde) para evitar que pudieran
soltar algún toro antes de tiempo.
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