Sebastián Castella toreando por el derecho a segundo de la tarde, de Núñez del Cuvillo, nº 105, 478 kilos, nacido en octubre de 2005, colorao, bragao, bociblanco y calcetero. Sólo tomó una vara y nos hubiera gustado verlo tomar otra pues en el único puyazo que le dieron empujó de frente con los dos pitones y metió riñones. Castella estuvo efectista aplicando su habitual lidia de quietismo y cercanías que conectó rápidamente con los tendidos. Demostró este toro nobleza y bondad y si el francés se hubiera limitado a torear al natural y de largo hubiéramos visto algo emocionante, pero nos tragamos una larga sucesión de ese tipo de pases en el que el torero se queda quieto y pasa el toro sin que lo manden, de circulares, de semipases muy cerca de los tobillos, y todo ese repertorio que emociona a la gente. Mató Castella de una entera un pelín trasera de la que cayó fulminado el toro y le dieron dos orejas.
El número 217 también nació en junio del 2005 pero fue negro, pesó 510 kilos y era cariavacado y de pitones astifinos y veletos. Tomó una puya entrando al peto con los dos pitones de frente pero con la cara alta y derribó al caballista al apretar el toro contra las tablas. Castella tuvo algunas prevenciones porque el toro echaba la cara arriba en los remates pero jugó su repertorio quietista y de cercanías que tanto gusta a los públicos. Mató de estocada un poco tendida, le pidieron la oreja y el presidente no concedió nada.
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